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El Chocó ha dejado de ser el niño feo, don­de se posaban las miradas cuando se hablaba de co­rrupción. Los ni­veles de penetra­ción del capital corrupto han lle­vado a poner en jaque todo el aparato y la cúpula estatal, a tal punto que la misma campaña polí­tica a la presidencia de Juan Ma­nuel Santos se ha visto entre la es­pada y la pared por recepción de di­neros ilícitos. De ahí cualquier cosa puede pasar.

Luego nos enteramos que las mismas garantes de nuestra seguri­dad jurídica, las altas Cortes, ha­bían caído en las garras de la co­rrupción.

Todo esto nos lleva a pensar que Colombia es un Estado fallido, que “atenta contra los valores básicos de la democracia”.

En el Chocó, mediante marchas y movilizaciones, se ha creado un nuevo paradigma de transparencia, el cual ha presionado al ciudadano a revisar su actuar y responsabili­zarse de los males de su entorno.

Ahora nadie quiere apostarle a los mismos. Se busca refrescar con nuevos líderes la política local, que sientan y solucionan los proble­mas.

¿Qué nos ha ayudado a entender la necesidad de cambio?

1. Dos paros cívicos: el pueblo chocoano se levantó contra el des­dén estatal. Paradójicamente, ahora que tenemos mejores posiciones en el gobierno, no han servido para mejorar nuestro nivel de vida.

2. La corrupción en las altas Cor­tes. Hace años era inimaginable pensar siquiera en un ambiente co­mo el actual, con magistrados sin moral y en la cárcel, en un país que ha maquillado el aparato judicial.

3. La corrupción de la clase polí­tica: desde el Presidente, hablar de políticos corruptos se volvió un lu­gar común. El ciudadano se sensibi­lizó sobre los perjuicios causados por este mal. Ahora el tema es a otro precio.

4. Proceso de paz: arrancó lento, con poca sintonía con los colombianos, pe­ro poco a poco ha mostrado sus bené­volos resultados.

5. La visita del Papa. Definitiva­mente el Papa ahondó en la conexión espiritualidad-corrupción, dejando claro que el corrupto no tiene cabida en la iglesia. El fiel lo entendió y la iglesia va en dirección a mostrarse in­tolerante con los corruptos.

6. Las redes sociales han mostrado la realidad de nuestro entorno y nos ha permitido compararnos con otras ciudades.

El batazo será en estas eleccio­nes, con candidatos frescos, em­presarios, líderes sociales. Es la ho­ra del Chocó. El político tradicio­nal se quemó con las promesas in­cumplidas. Ahora es el cambio.

El modelo corrupto

Marcel Echeverry V.
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