Campañas de seguridad
José María Daza Sánchez
En el pasado gobierno del Presidente Santos se definió una política para combatir el microtráfico, pero también contra el robo de celulares y la extorsión. En este caso se arreció el trabajo de policía y la fiscalía.
Cada captura, decomiso, operativo, salen los oficiales de la entidad a presentar los positivos obtenidos y obviamente eso le gusta, en general, a la comunidad.
Tenemos claro que entre las funciones propias de las entidades encargadas de la seguridad, pues tienen el encargo reducir esos índices de delitos cometidos contra la ciudadanía en aplicación de los códigos penal y de policía.
Hoy con la llegada del nuevo gobierno nacional, vemos día a día, que se canta permanentemente esa política del “plan de choque de 100 días, “El que la hace la paga, seguridad con legalidad”. Una estrategia de seguridad que contempla cerca de 600 grandes operaciones a nivel nacional e internacional contra los delitos de mayor impacto para los ciudadanos.
Este plan, que fue elaborado con el propósito de combatir especialmente el hurto, entre ellos, de celulares y bicicletas; el homicidio, el abuso y explotación sexual de menores, el narcotráfico y el ciberdelito.”
¿O sea que si el presidente no da la orden, no actúan?
La pregunta es: ¿Hay necesidad de acentuarle a las autoridades que deben cumplir con sus funciones? Esos delitos, como ya se señaló, están claramente definidos en los códigos, son leyes de obligatorio cumplimiento y su omisión les puede acarrear responsabilidades a los funcionarios encargados de hacerlas cumplir.
Hay contravenciones que no requieren, digo, que el ciudadano deba llamar a las autoridades para que se haga respetar su cumplimiento. Caso patético, cuando esos vecinos trogloditas que creen que son los dueños del barrio y ponen esos parlantes en alto volumen todo un día y en ocasiones también toda la noche. Montan barras de venta de licor en zonas residenciales y las patrullas de vigilancia de los cuadrantes pasan por allí y no les llaman la atención.
Piensa uno que esas personas son absolutamente desocupadas, que no respetan el descanso de las personas que trabajan y que requieren de tranquilidad. Los niños en ocasiones no pueden divertirse viendo televisión o leyendo porque la bulla es tan alta que no permite concentrarse.
Ahora, ya es necesario que se aplique lo que ordena el Código de Policía en el sentido de recoger los parlantes que estén sonando con alto volumen.
El adagio que señala que: “Las órdenes se cumplen o la milicia se acaba” debe ser primordial en la sana convivencia.
Personal de los entes de seguridad deben dar ejemplo a la comunidad, al menos teniendo el uniforme puesto, además estando en servicio y no enseñar a violar las normas.
No se necesita, en todas las ocasiones, que debamos llamar para que se atienda una contravención, por pura lógica se puede aplicar la autoridad.