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Atracos y descontrol en las vías

Recorrer los 17 kilómetros de distancia entre Quibdó y Tutunendo últimamente se ha convertido en una pesadilla para las personas que quieran darse un baño en las aguas del denominado ‘río de las flores’, como se traduce de lengua indígena el vocablo que da nombre a esa corriente. La amenaza para los turistas domésticos y externos que quieran disfrutar de encantadores balnearios como Saldefrutas, Palo Quemao, Playa Pepa o San Nicolás, son los grupos de delincuencia común que merodean por la vía. En este año los asaltantes de camino han protagonizado varios atracos a mano armada y hurtado una buena cantidad de motocicletas a quienes transitan por esta importante vía.


El atraco masivo en las carreteras, que es una modalidad delictiva relativamente nueva en el de por sí convulsionado territorio chocoano, se ha disparado de manera ostensible en los últimos años sin que se sienta una acción efectiva de las autoridades para poner freno a este flagelo. Casos similares al de Tutunendo se han registrado en la vía La Ye-Mana-grú y entre Playa de Oro y Bagadó; ambos sucesos han sido repetidos por los delincuentes con el mismo modus operandi y la misma falta de reacción de la fuerza pública. Esto sin mencionar que la piratería terrestre tiene su réplica en lo fluvial, con episodios de asalto a embarcaciones en Río Quito y Pizarro, donde los bandoleros fueron tan salvajes e inhumanos que después de despojar a los pasajeros de sus pertenencias los arrojaron al mar.


En esta temporada los habitantes de la capital, en particular, están pidiendo afanosamente el desmantelamiento de las bandas delincuenciales que circundan la ciudad y restringen la llegada a sitios como Pacurita, Guayabal, Ichó, Tanando o el mismo Tutunendo, que son sitios de desfogue para los capitalinos que día a día capotean la vida en una ciudad tan estresante como Quibdó.


El alarmante índice de inseguridad de la villa de San Francisco de Asís ha hecho que se reduzca la confianza de los propios quibdoseños que por razones de trabajo o estudios viven en otras regiones del país. Ya son pocos los que vienen a visitar a sus familiares en temporadas festivas. El miedo cunde, y de hecho, varios vacacionistas han sido atracados, extorsionados y hasta asesinados mientras visitaban su hogar nativo.


Por supuesto que se hace obvio preguntar cuál es la estrategia de las autoridades para enfrentar la delincuencia que en esta época decembrina trabaja en horario extendido, como se dice en las charlas callejeras. Vale la pena que las autoridades civiles y policiales de Quibdó le expliquen a la opinión pública qué tienen preparado como plan de choque contra los grupos de delincuencia organizada, que a todas luces les han sacado ventaja tomándose todos los rincones de la ciudad. Qué respuesta les tienen a las decenas de viajeros atracados en el sector de Cabí, cuando salían rumbo a la terminal de transportes para dirigirse a otras ciudades.


No es posible que la delincuencia se enseñoree en nuestra ciudad capital, perfilándola como la de mayor número de asesinatos en el país, y por ningún lado surja un plan especial que detenga la ola de criminalidad para salvaguardar la vida, honra y bienes de las personas, tal como lo ordenan los cánones constitucionales.


Recuperar la confianza ciudadana implica que los comandos policiales redoblen la vigilancia en las carreteras, sobre todo en esta época de asueto, cuando las estadísticas prueban que se disparan los casos delictivos.


Es lo mínimo que se les puede ofrecer a los habitantes de un territorio cercado por una amplia diversidad de actores armados generadores violencia en todos los puntos de nuestra geografía.

Editorial

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