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CURIOSIDADES DEL CHOCÓ

Suicidio sobre la tumba de la amada

Francisco Moreno Mosquera

La siguiente historia ocurrió en Quibdó a comienzos de noviembre de 1921. Un comerciante de nombre José María Viveros, propietario de un establecimiento llamado Molino Rojo, asistió al sepelio de una amiga suya, persona muy apreciada en la ciudad.

Luego del entierro, que había estado muy concurrido, se metió a un bar y bebió varias botellas de licor hasta emborracharse. Serían las 5 de la tarde cuando presurosamente decidió regresar al cementerio y buscó la tumba donde estaba sepultada una mujer con la que había convivido durante varios años y que había muerto dos meses atrás. Sentado sobre la tumba de quien fuera su amada, lloró inconsolablemente durante un largo rato; luego sacó de su pretina un revólver, se lo llevó a la boca y disparó. Quedó muerto instantáneamente, su cuerpo tendido boca arriba. Al escuchar la detonación, el sepulturero corrió a lugar y quedó paralizado-casi traumatizado- frente a la terrible escena. Inmediatamente el lugar se llenó de curiosos, familiares y amigos del difunto.

Al hacer la inspección del cadáver y del arma, las autoridades encontraron que ésta tenía otros dos cartuchos amartillados, sin dar fuego, lo que hace presumir que el suicida tuvo dos intentos fallidos de quitarse la vida, quizás como una oportunidad que el cielo le daba para seguir viviendo, pero que no quiso aprovechar.

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